El embalse, lago de Andalucía, sepultó un pintoresco paisaje ribereño de alamedas, huertas y senderos, pero compensó a la villa de aquella pérdida regalándole el espejo de las aguas, en el que Iznájar, como un barco varado de piedra y cal, se mira con altivez. La inconclusa torre parroquial es el palo mayor, y el castillo, el puente de mando, a cuyos pies se desparrama el caserío, quebrado en calles que merecen el recorrido sin prisas.
Las primeras referencias al castillo de Ins Ashar (o castillo de Ashar, de donde deriva el nombre de la población) datan del 886, a raíz de sumarse a la rebelión muladí de Umar ben Hafsún, aunque es posible que el núcleo originario se formara en el siglo VIII. Tras la caída del Califato estas tierras se vincularon al reino zirí de Granada y fueron ocupadas por los beréberes. Su posición fronteriza la llevó a cambiar varias veces de manos hasta su definitiva y tardía conquista cristiana en 1431, durante el reinado de Juan II. Fue nombrado alcaide del castillo el señor de Baena y Conde de Cabra Pedro Fernández de Córdoba, quien más tarde recibiría la jurisdicción y señorío de la villa junto con el título de vizconde de Iznájar, a raíz del apoyo prestado a Enrique IV en su lucha contra el infante don Alfonso.
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Y soy hijo de Juan cansones y he sido muy feliz en ese pueblo abrazo
Para todos los iznajeños y que la virgen de la piedad nos proteja a todos